lunes, 6 de octubre de 2008

IVAN URDINOLA EL SANGUINARIO ASESINO

EL PESO DE LA LEY
El caso del asesinato de un oficial del Ejército compromete a Iván Urdinola y pone a prueba la eficiencia de la Fiscalía de Valdivieso.

REVISTA SEMANA
Fecha: 02/27/1995 -665
A MEDIADOS DE 1991 LAS caudalosas aguas del río Cauca arrastraban cuerpos sin vida que iban a parar a las riberas de los municipios del norte del Valle del Cauca. Las escenas parecían sacadas de la época de la violencia, cuando centenares de personas, brutalmente asesinadas, flotaban sobre las aguas del río. A diferencia de los años 50, en esta oportunidad los muertos que bajaban por el Cauca no habían sido asesinados por razones políticas, sino que eran víctimas de la violencia demencial del narcotráfico. Ese año los legistas lograron identificar 300 víctimas, la mayoría de ellas mutiladas y quemadas.
Uno de esos cuerpos fue hallado por unos pescadores el 19 de agosto de 1991 en la vereda Beltrán, a pocos minutos de Marsella, Risaralda. Se trataba del teniente de infantería (r) Ricardo Andrés Petersson Bernal, quien era buscado afanosamente por sus familiares que habían distribuido por la región carteles con su foto, su identificación y un teléfono donde se podía informar sobre su paradero. Esas señales fueron suficientes para que los pescadores reportaran su hallazgo a la familia Petersson en Cali y así evitar que su cuerpo hubiera terminado en una fosa común como N. N.

OFICIAL DESTACADO
La vida del teniente Ricardo Petersson había terminado, pero la historia de cómo fue asesinado apenas comenzaba a escribirse. Este joven de 28 años, miembro de una respetable familia bogotana, vivió durante varios años en Estados Unidos, y en Colombia estudió en el colegio San Carlos en Bogotá. En 1978 decidió seguir la carrera militar en la Escuela Militar de Cadetes. Allí se destacó por ser uno de los mejores oficiales en cada uno de los cursos que realizó. Se especializó en contraguerrilla y combatió en las zonas más conflictivas del país, especialmente en los Santanderes. En 1988 fue trasladado a la base militar de Tolemaida con el fin de preparar a los soldados en los cursos de lanceros y contraguerrilla. Posteriormente viajó a Estados Unidos a realizar un curso de ranger, soldados especializados en combates en selva, donde ocupó el primer puesto y se convirtió en el único soldado colombiano que ha recibido la medalla al mérito otorgada por el Ejército estadounidense. Sus calificaciones le sirvieron para que se quedara en Estados Unidos por un poco más de un año como instructor de rangers.
A mediados de 1989 regresó a Colombia para continuar con su carrera militar. Hasta ese momento todo parecía indicar que el futuro del teniente Ricardo Petersson estaría marcado por el éxito. Cuando Petersson llegó a Tolemaida quedó bajo las órdenes del capitán Jorge Rojas Cruz con quien entabló una estrecha amistad. Los dos no solo trabajaban en llave, sino que eran compinches en las noches de farra que armaban en las discotecas de Melgar, Tolima.

MALOS VIENTOS
Las cosas marchaban bien en Tolemaida hasta que a finales de 1989 Rojas Cruz le anunció a sus amigos que se retiraba de la institución. En abril de 1989 el teniente Petersson volvió a saber de su amigo. Rojas Cruz le contó que le iba muy bien en su nueva vida como civil, que se había radicado en Cali y que trabajaba para una compañía de vigilancia privada industrial. Rojas le hizo una oferta a su amigo para que dejara el Ejército y se fuera a trabajar con él a Cali. "A mi hijo había dos cosas que le gustaban: las mujeres y la plata. Dejó el Ejército por una oferta de un millón 200 mil pesos", le contó a SEMANA su padre Guillermo Enrique Petersson Rivadeneira, un veterano oficial retirado del Ejército.
En junio de 1990 Ricardo Petersson se instaló en la capital del Valle del Cauca, pero en ese entonces ignoraba los pasos en los que andaba su amigo Rojas, quien era investigado por contrabando de armas. Rojas se movía en el Valle como pez en el agua, especialmente en el mundo del narcotráfico. Era pública su amistad con una familia de apellido Jaramillo, cuyos miembros, de acuerdo con las investigaciones, lo conectaron con Iván Urdinola. Para entonces, Rojas era conocido en ese bajo mundo como el famoso 'K-6'.
De la mano de 'K-6', el ex oficial Petersson conoció el dinero en abundancia, la buena vida y las excéntricas fiestas, donde siempre estuvo rodeado de hermosas mujeres que nunca le faltaron porque, como lo aseguró uno de sus amigos, "muchas veces tenía que espantarlas porque Ricardo era un hombre muy bien plantado".
En abril de 1991 Petersson regresó a Bogotá a visitar a su familia y durante esos días le contó a su padre que ya no trabajaba con Rojas y que además había tenido un fuerte altercado con él que había acabado con la amistad. De acuerdo con la versión de don Guillermo Petersson, el joven ex oficial se había alejado de 'K-6' porque éste pretendió obligarlo a desplazarse a Popayán a recoger un armamento que seria vendido a la guerrilla. Pero la gota que rebosó la copa fue la propuesta que le hizo 'K-6' para que fuera a Medellín a arreglar un 'negocio', es decir, eliminar a un enemigo de la organización para la cual trabajaba Rojas. Ese día Petersson, frente a unas 30 personas, lo golpeó sin piedad, sacó su pistola y le dijo: "No me joda, porque le pego un tiro".
RELACIONES PELIGROSAS
Por esa época Ricardo Petersson había conocido a Lorena Henao, esposa de Iván Urdinola, en la finca La Porcelana, localizada en Corinto, Valle del Cauca. De acuerdo con el testimonio rendido ante la Fiscalía General de la Nación el 3 de febrero de 1994 por Guillermo León Valencia Montoya, la relación de Ricardo Andrés con Lorena fue el principio del fin de su vida. Valencia Montoya le confesó a la Fiscalía, en febrero de 1994, que era primo de Iván Urdinola y de su esposa Lorena Henao, de quienes había sido su conductor entre 1989 y 1992. Declaró que su trabajo le había permitido conocer de primera mano los atroces crímenes cometidos por la organización de Urdinola. Y que por "motivos de conciencia y religión" desertó y se había escondido para evitar que lo mataran.
La confesión sobre quién, por qué y cómo fue asesinado el ex oficial Ricardo Petersson quedó grabada en varios casetes que fueron analizados por expertos del FBI y de la DEA, quienes posteriormente avalaron la declaración. Igualmente, la Fiscalía le solicitó a Medicina Legal una evaluación siquiátrica de Valencia Montoya, cuyo resultado dejó en claro que no padecía de trastorno mental alguno y que en su relato había una correcta orientación en espacio y tiempo.
¿Qué fue lo que contó Valencia Montoya? En un escalofriante relato el ex conductor de los Urdinola Henao señaló que el autor intelectual del asesinato de Ricardo Andrés Petersson fue Iván Urdinola Grajales. Señaló, igualmente, que el motivo para ordenar el crimen fue que Petersson "sostenía relaciones íntimas con Lorena Henao".
En la declaración que posee la Fiscalía General, Valencia Montoya señaló: "yo estaba presente, vi y oí cuando Iván Urdinola llamó por teléfono desde su finca La Porcelana en Corinto, con un vaso de licor en la mano, a Jorge Eliécer Rodríguez Orejuela en Cali y lo comisionó para contratar sicarios muy buenos para levantar, o sea asesinar con tortura, a Ricardo Andrés Petersson".
Según el relato de Valencia Montoya, las personas escogidas para realizar el asesinato fueron Jorge Eduardo Rojas Cruz, alias 'K-6', Carlos Lozano, alias el 'Gato', y Juan Carlos Ortiz Escobar, alias 'Cuchilla' y que a ellos se sumaron Omar García, alias 'Capachivo', y un hombre que conoció con el alias de la 'Guala'. De acuerdo con la confesión del ex conductor, Ricardo Andrés Petersson fue secuestrado en Cali al medio día del sábado 10 de agosto de 1991 por 'K6', el 'Gato' y 'Cuchilla'. Lo llevaron en un carro a Cartago y en el edificio Ana María lo mantuvieron durante dos días y medio amarrado y drogado. "Durante todo el fin de semana Ricardo Andrés fue sometido a muchas torturas de toda clase pero manteniéndolo vivo", dive la confesión de Valencia Montoya.
El lunes 12 de agosto de 1991, según el testimonio de Valencia Montoya, a las seis y 30 de la tarde, Petersson fue transportado en carro a la finca La Piedad, localizada en Cartago, propiedad de Hernando Gómez, alias 'Rasguño', amigo y socio de Iván Urdinola. "A La Piedad llegaron todos en cuatro carros Mitsubishi tipo burbuja, y como a las siete de la noche comenzó el juicio y la tortura. Allí Ricardo Andrés fue, entre otras cosas, quemado con ácido y mutilado. Uno de los asesinos le dijo: 'Ahora sí le vamos a cortar el Peter Pan'. Ricardo lo único que decía era: 'No mano, no. Yo no dije nada. Yo no hice nada'. Pero la 'Guala' había puesto una grabadora en el teléfono de Lorena y no había nada que hacer".
Ese es el relato descarnado que Valencia Montoya le hizo a la Fiscalía. Después agregó: "Yo estaba entre unas matas de café en el camino de entrada que lleva a la casa donde Ricardo Andrés estaba amarrado de pies y manos, aguantando sufrimiento y desangrándose después de que lo golpearon, lo mutilaron y lo abrieron con un cuchillo de la pelvis hasta la quijada. El no gritaba pero seguía vivo".
Los siguientes minutos fueron los más dramáticos de la confesión que hizo Valencia Montoya a la Fiscalía:"Entonces llegó el momento de rematarlo y varios querían hacerlo, pero 'K-6' reclamó su derecho porque Ricardo Andrés lo había abofeteado varias veces e insultado delante de mucha gente y porque no había querido colaborarle en sus negocios. 'K-6 ' al fin ganó y le puso a Ricardo su propia pistola en la boca y le dijo: 'Usted me puso a mí esta pistola en el mismo sitio, pero yo si le pego el tiro'. Y disparó. Así lo ejecutó".
En el documento que contiene la confesión del ex conductor de los Urdinola Henao se establece que después de la ejecución del ex oficial Petersson su cuerpo fue subido en la parte trasera de uno de los carros y llevado hasta orillas del río Cauca, donde fue arrojado a eso de las nueve de la noche de ese lunes 12 de agosto de 1991.
Unos días después el ex conductor de Urdinola se retractó de lo que había confesado, pero la verificacion que hicieron las autoridades colombianas y estadounidenses sobre su relato coincidieron en que no había mentido. Lo que en verdad sucedió, según las autoridades fue que tanto él como su familia habían sido amenazados de muerte.
PRUEBAS DE FUEGO
En diciembre de 1991 don Guillermo Petersson se enteró que la muerte de su hijo había sido de una manera brutal. Por esa razón decidió él personalmente asumir el peso de la investigación para establecer quién, cómo y por qué habían asesinado a su hijo: "Era un deber moral y de padre que tenía que cumplir" . Durante 31 meses recogió las pruebas que hoy están en manos de la Fiscalía y que después de haber sido reconfirmadas por el propio ente acusador, llevó a un fiscal sin rostro de Cali a llamar a indagatoria el pasado 22 de diciembre a Iván Urdinola dentro de la investigación que se sigue por la muerte del teniente Petersson. El 16 de enero de este año, evaluadas las declaraciones de Urdinola, la Fiscalía Regional de Bogotá dictó medida de aseguramiento contra el confeso narcotraficante.
Así como en su momento la Fiscalía tuvo como prueba de fuego condenar a Iván Urdinola por enriquecimiento ilícito y tráfico de drogas, ahora tiene la difícil misión de comprobar su participación o nó en el crimen de un ex-oficial del Ejército.
El otro gran reto que tiene la Fiscalía es garantizar la vida de don Guillermo Enrique Petersson, quien es sin duda alguna la pieza fundamental del rompecabezas que le permitirá al ente acusador condenar al autor intelectual y a los autores materiales de ese brutal asesinato. Sería la primera vez en la historia judicial de Colombia, que un pez gordo del narcotráfico podría ser condenado por el delito de homicidiO,



REVISTA SEMANA



CUANDO LOS COLOMBIAnos vieron su cara por televisión no se les pareció a Gilberto ni a Miguel. Y la verdad es que Jorge Eliécer Rodríguez Orejuela es muy diferente a ellos a pesar de ser su hermano menor. Antes de su captura eran muy pocas las personas que sabían de su existencia.
Pero las diferencias entre Gilberto y Miguel con su hermano Jorge Eliécer van mucho más allá de su apariencia física. Es, de acuerdo con personas que lo conocieron años atrás, "el hermano calavera de la familia Rodríguez". Uno de sus antiguos amigos, hoy informante de la DEA, le contó a SEMANA que a Jorge Rodríguez lo apodaban 'Cañengo', "porque hablaba mucha paja. Otra gente le decía 'Chéchere' o 'La Puerca "'.
A Jorge Eliécer Rodríguez Orejuela le gustan la buena vida, las mujeres y el trago. "El hombre estaba alcoholizado y la droga lo tiene jodido", contó el testigo de la DEA. Recordó que cuando eran socios, a comienzos de los 80, el lugar que más frecuentaban era Melodías del Caribe, donde no sólo se divertían sino que allí realizaban sus negocios de pequeños embarques de droga al exterior y Jorge Rodríguez administraba su negocio de taxis que le habían regalado sus hermanos Miguel y Gilberto.
De acuerdo con la información de los organismos de seguridad, Jorge Rodríguez nacio en Popayán el 9 de julio de 1947, es mecánico industrial, está casado con Marta Cecilia Rodríguez y tiene dos hijos: Jorge Enrique y Margarita María.
A pesar de ser un desconocido para los colombianos, el nombre de Jorge Eliécer Rodríguez Orejuela figura en varios procesos que se adelantan en Estados Unidos. El más importante de ellos tiene que ver con un cargamento de droga -457 kilos de cocaína- que fueron decomisados en Nueva York en diciembre de 1990. En esa operación cayeron 19 personas, quienes posteriormente en sus declaraciones ante la justicia norteamericana vincularon a Jorge Rodríguez Orejuela como uno de los dueños de la droga. De acuerdo con el testigo de la DEA, el embarque había sido enviado desde Panamá y todo el montaje de la operación había estado a cargo del hermano menor de los Rodríguez.
En las cortes de Estados Unidos cursan además otros procesos contra Jorge Rodríguez. De acuerdo con información de la DEA, existe una orden de captura proferida por la Corte Distrital de Nueva York por conspiración de narcotráfico en 1984. En ese expediente es considerado como un hombre muy peligroso. Su residencia en Nueva York fue allanada en dos oportunidades. La primera en diciembre de 1984, cuando las autoridades le confiscaron 284.000 dólares, joyas y cocaína. En el segundo allanamiento la Policia encontró 344.000 dólares, un revólver calibre 38 y 32 gramos de marihuana.
En Colombia las autoridades también lo tenían en su lista de delincuentes más buscados. "Es un personaje importante en el mundo del narcotráfico. Pero su captura sirve para demostrar, sobre todo, la vulnerabilidad de las personas más allegadas a él", dijo a SEMANA el fiscal general de la Nación, Alfonso Valdivieso Sarmiento. Pero, además, la captura de Jorge Eliécer Rodríguez Orejuela tiene un valor simbólico por cuanto significa el primer golpe real a los considerados jefes del cartel de Cali.

¿QUE TAN PELIGROSO?
¿Cuáles son los antecedentes que hacen que las autoridades consideren a Jorge Eliécer Rodríguez como un hombre importante dentro de la organización del cartel de Cali? Contra el hermano menor de Gilberto y Miguel Rodríguez Orejuela existe una resolución de acusación por porte ilegal de armas de uso privativo de las Fuerzas Armadas y falsedad de documentos públicos, dictada el 27 de julio de 1994, proceso número 28213 que cursa en la actualidad en un juzgado regional de Cali. De ser hallado culpable por el primer delito, según la Fiscalía General de la Nación, Rodríguez podría ser condenado a una pena entre tres y 10 años de cárcel y, para el caso de falsedad de documentos, la pena es de ocho años, máximo.
También cursa en su contra el proceso 17141 por violación a la Ley -30 y enriquecimiento ilícito, el cual se abrió en 1993 y está siendo investigado por la Fiscalía Regional de Bogotá; existe orden de captura vigente. Para este caso, según la Fiscalía, la condena está supeditada, entre otras cosas, a la colaboración que Rodríguez Orejuela preste a la justicia.
Y dicha colaboración, según las autoridades, estará determinada casi que exclusivamente por un solo hecho: la delación de sus hermanos Gilberto y Miguel Rodríguez Orejuela. Curiosamente, la delación es una de las pocas garantías,jurídicas con que contaría Jorge Eliécer Rodríguez, pues el hecho de haber sido capturado y no haberse sometido a la justicia le imposibilita recibir los beneficios que contempla la ley para aquellas personas que voluntariamente lo han hecho.
Pero, además, en el momento de su captura, Jorge Eliécer Rodríguez Orejuela portaba una cédula de ciudadanía y una licencia de conducción a nombre de Libardo Vásquez Perdomo, motivo por el cual la Fiscalía Regional de Cali abrió un nuevo proceso en su contra por la presunta falsedad de documento público. En este episodio también las autoridades colombianas comprobaron que Rodríguez tenía pasaporte con visa norteamericana vigente amparado con el nombre ficticio de Libardo Vásquez Perdomo.


EL CASO PETERSSON
Sin embargo ninguno de los procesos anteriores podría ser el más grave en el caso de Jorge Eliécer Rodríguez Orejuela. Existen dos procesos mucho más complicados que los anteriores. El primero de ellos tiene que ver con el testimonio de Guillermo León Valencia Montoya, según el cual Iván Urdinola Grajales fue el autor intelectual del asesinato del teniente del Ejército Ricardo Andrés Petersson Bernal, al parecer, por sostener relaciones íntimas con su esposa, Lorena Henao.
De acuerdo con la confesión, conocida por SEMANA y publicada en la edición 665 del 31 de enero, el testigo confesó a la Fiscalía: "(...) yo (Guillermo León Valencia Montoya) estaba presente, vi y oí cuando Iván Urdinola llamó por teléfono desde su finca La Porcelana en Corinto, con un vaso de licor en la mano, a Jorge Eliécer Rodríguez Orejuela en Cali y lo comisionó para contratar sicarios muy buenos para 'levantar', o sea asesinar con tortura, a Ricardo Andrés, a lo cual Jorge Rodríguez Orejuela accedió con gusto pues es muy amigo y socio de Iván en negocios. Jorge Rodríguez Orejuela coordinó el crimen y para el trabajo contrató en Cali a personas muy conocidas y de toda confianza, específicamente a Jorge Eduardo Rojas Cruz, alias 'K-6' o 'Rambo ', su preferido y especie de niño bonito, Carlos Lozano, alias 'El Gato' y Juan Carlos Ortiz Escobar, alias 'Cuchilla"' .
De acuerdo con miembros de organismos de seguridad del Estado consultados por SEMANA, Rodríguez Orejuela era muy amigo de Jorge Eduardo Rojas Cruz. Según la misma fuente, el hermano de los jefes del cartel de Cali "era la persona que coordinaba a los llamados el grupo de los treinta y seis que eran los hombres seleccionados para hacer los trabajos más especiales para la organización. Sus hermanos hacían el trabajo limpio y él se encargaba del trabajo sucio ".
El otro caso que compromete a Jorge Eliécer Rodríguez Orejuela es el de los polémicos narcocasetes. En efecto, de acuerdo con una cinta magnetofónica enviada a diversos medios de comunicación el 9 de julio de 1994 por una organización que se hacía llamar 'Colombianos Honorables', Jorge Eliécer Rodríguez Orejuela fue la persona que habló con un hombre conocido con el alias de 'Omar'.
En la conversación, el hermano de Gilberto y Miguel Rodríguez, aparentemente en estado de embriaguez, le dice a su interlocutor que el cartel ha invertido mucho dinero en la campaña electoral.
Si bien las autoridades se anotaron un hit con la captura de Jorge Eliécer Rodríguez Orejuela, este es apenas el primer paso para garantizar que pague los crímenes por los cuales se le sindica. La justicia tiene en este caso un gran reto por delante: consolidar los procesos que cursan en contra de este hombre. Si lo consigue, posiblemente logrará hacer claridad en casos que hoy no están del todo consolidados, como el asesinato del teniente Petersson. Si además desea negociar su pena, tendrá que hacer delaciones importantes, pues la Fiscalía considera que no necesita ofrecerle rebajas por confesión ya que hay buenas bases para juzgarlo sin acudir a este expediente. Si finalmente lo logra, la justicia habrá redondeado la labor que la Policía inició el jueves pasado.

¿ATRAPADO SIN SALIDA?
A Iván Urdinola le faltaban tres meses para quedar libre pero ahora podría ser condenado a 20 años de prisión.
Fecha: 09/25/1995 -695
EL ASESINATO DEL TEniente (r) de infantería Ricardo Andrés Petersson Bernal se ha convertido en el mayor dolor de cabeza para el narcotraficante Iván Urdinola Grajales. La semana pasada, cuando estaba a tres meses de recuperar su libertad, la Fiscalía General de la Nación acusó a Urdinola de participar en el asesinato, secuestro y tortura del oficial, hechos ocurridos en agosto de 1991, al parecer, en una finca de uno de los socios del confeso narcotraficante. La muerte del oficial fue uno de los hechos que el narcotraficante no reconoció ante la Fiscalía General cuando en 1992 decidió acogerse a los beneficios de confesión de delitos. En esa oportunidad sólo reconoció sus actividades como narcotraficante y con base en su declaración la Fiscalía General lo condenó a 210 meses de prisión. De ellos, la justicia le rebajó 41 por confesión, 71 por delación y 35 por negociación anticipada de la pena. Luego de toda esta serie de rebajas, Urdinola sólo debía pagar 55 meses de prisión. Uno de los principales fundamentos que tuvo la Fiscalía para tomar la decisión fue el escalofriante relato que hizo a ese organismo Guillermo León Valencia Montoya, persona muy cercana a Urdinola, quien habría trabajado para el presunto jefe del cartel de norte del Valle del Cauca como conductor y habría conocido todos los detalles que rodearon el crimen: ¿Qué fue lo que contó Valencia? Entre otras cosas, que Petersson, miembro de una respetable familia bogotana, habría sido secuestrado, torturado y asesinado por órdenes expresas de Urdinola. (Ver SEMANA #665). Una de las personas encargadas de ejecutar el plan, según el relato, habría sido el ex capitán del Ejército Jorge Rojas Cruz, alias 'K-6', a quien Petersson conoció cuando regresó al país para continuar su carrera militar en junio de 1989. Rojas Cruz, luego de retirarse del cuerpo armado, habría ingresado a la nómina de éstos del norte del Valle del Cauca. Una vez al servicio de los narcotraficantes sedujo al joven oficial para que abandonara su carrera militar y pasara a ocupar un alto cargo en una supuesta compañía de vigilancia privada con sede en Cali. En ese momento el teniente Petersson ignoraba los estrechos vínculos de Rojas Cruz con los narcotraficantes. La relación del oficial con 'K-6' terminó de manera abrupta en 1991, cuando Rojas Cruz le pidió que fuera a Popayán a recibir un cargamento de armas, el cual sería vendido a la guerrilla, y posteriormente le habría solicitado que fuera a Medellín a atentar contra un enemigo de la organización para la cual trabajaba 'K-6'. Petersson se negó a cumplir ambas órdenes. Sin embargo, el hecho que llevó a Petersson a firmar su sentencia de muerte tuvo que ver más con cuestiones del corazón que del narcotráfico. En efecto, según el testimonio de Valencia Montoya, el principio del fin del oficial comenzó cuando conoció a Lorena Henao, esposa de Urdinola, con quien habría sostenido "relaciones íntimas". Este descarnado relato sirvió de base para que un fiscal sin rostro llamara a indagatoria a Urdinola el 22 de diciembre de 1994. El 16 de enero pasado, evaluadas las declaraciones de Urdinola, la Fiscalía Regional de Bogotá dictó medida de aseguramiento contra el confeso narcotraficante. Y la semana pasada, la propia Fiscalía decidlo llamarlo a Juicio. La última palabra, sin embargo, aún no se ha dicho en este caso. Ahora el gran reto para el ente investigador consiste en demostrar ante los jueces de la República que, en efecto, Urdinola participó en el secuestro, la tortura y la muerte del teniente Petersson y que además conformó grupos sicariales para tal fin. De la efectividad de la Fiscalía depende que Urdinola salga libre próximamente o que permanezca en prisíón por lo menos unos 20 años. En caso de ser sentenciado de forma definitiva sería la primera vez en la historia del país que uno de los llamados capos de la mafia es condenado por homicidio.

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