lunes, 6 de octubre de 2008

IVAN URDINOLA


¿EL REY DE LA AMAPOLA?

Quién es Iván Urdinola, el hombre acusado por las autoridades de ser el narcotraficante más poderoso del país.

(TOMADO DE LA REVISTA SEMANA Fecha: 06/01/1992 -522)

CUANDO EL DOMINGO 26 DE ABRIL 50 HOMbres de la Dijin llegaron a las cinco de la mañana a la finca La Porcelana, en el municipio de Zaral, Valle, fueron sorprendidos por la persona que atendió su llamado a la puerta de la casaquinta. Se trataba de un hombre alto, fornido, con el pelo corto, estilo militar y que todavía estaba en pijama y pantuflas. Se identificó como Iván Urdinola Grajales y en tono amable y sereno le pidió al comandante del grupo que le explicara de qué se trataba la visita a esas horas de la madrugada. El capitán, un oficial de la Policía, curtido en operativos contra el narcotráfico, se quedó mudo. Y después de unos segundos de silencio le dijo: "Señor Urdinola, está usted detenido". Sin oponer resistencia, Urdinola pidió unos minutos a los oficiales para ducharse, cambiarse y despedirse de su señora y sus tres hijos. Los hombres de la Policía estaban nerviosos, pues no descartaban que se tratara de una trama para preparar la huida. Pero para sorpresa de ellos, en la finca no estaban sino Urdinola, su familia y dos hombres de su confianza. No había armamento ni túneles de escape, ni mucho menos guardaespaldas armados hasta los dientes. Unos minutos después los 50 hombres, junto con el hoy considerado jefe del cartel del norte del Valle, partieron rumbo a las instalaciones de la Dijin en Zarzal. Allí los esperaba una avioneta que abordaron y que de inmediato tomó rumbo hacia Bogotá. Sin tiros ni muertos finalizó así uno de los operativos más espectaculares montados por los organismos de inteligencia en busca de los cabecillas del narcotráfico. La Operación Robledo II se inició dos meses atrás y su objetivo principal era capturar a Iván Urdinola Grajales, considerado uno de los jefes de los carteles de la droga ubicados en el Valle y que más auge ha tomado en los últimos meses en el pais. Una organización que no sólo estaría vinculada con el tráfico de cocaina sino que manejaría los hilos de un negocio mucho más lucrativo, pero a la vez más violento como es el de la heroína. A comienzos de marzo, la Dijin obtuvo una serie de informaciones a través de sus colaboradores sobre las actividades que desarrollaba Iván Urdinola en el Valle. Los datos entregados por los informantes llevaron al director de este organismo, coronel Luis Enrique Montenegro Rincón, a conformar un grupo de investigadores para que se desplazaran a esa zona del país y confirmaran los datos que en ese momento estaban sobre su escritorio. Fue así como una comisión viajó al Valle la primera semana de marzo y comenzó su labor de inteligencia. Lo primero que establecieron los detectives fue la localización de las propiedades de Iván Urdinola. Se ubicaron propiedades en los municipios de Sevilla, Zarzal, Cartago, El Dovio y Toro, que tenían varias características en común: pistas clandestinas de aterrizaje, antenas parabólicas privadas de comunicación y viviendas lujosas que rayaban en lo excéntrico. Se realizaron sobrevuelos que permitieron efectuar fotografías aéreas de la ubicación de las fincas conocidas como El Vergel, en Cartago; La Graciosa, en Sevilla, y La Porcelana, en Zarzal. Y después de confrontar información se estableció que eran de propiedad de Urdinola. Paralelamente con ese trabajo de inteligencia se desarrolló otro que llevó a la Dijin a ubicar los desplazamientos que realizaba el jefe del cartel del norte del Valle. Fue así como se logró establecer un organigrama de sus desplazamientos rutinarios. Estos comenzaban en Pereira, luego continuaban en Cali y terminaban en Cartago, donde estaba su centro de operaciones financieras.Con esta información el coronel Montenegro no sólo rindió un informe detallado al director de la Policía Nacional, general Miguel Antonio Gómez Padilla, sino que elaboró un plan de acción que permitiera la captura de Urdinola. Después de un estudio realizado por el jefe de la Policía, se dio vía libre a Montenegro para que llevara a cabo su operativo. Fue así como el miércoles 22 de abril, 300 homhres del Cuerpo Elite, la Policía Antinarcóticos, el Comando Operacional Especial (COE) y la Dijin, apoyados por tres helicópteros, se desplazaron al norte del Valle donde montaron su centro de trabajo. La Operación Robledo II comenzó su marcha a las 10:30 de la noche del viernes 24 de abril cuando uno de los comandos comenzó a seguirle los pasos a Iván Urdinola, que ese día y a esa hora se encontraba en el hotel Petecuy de Cali, en una reunión privada con un grupo de amigos, la cual abandonó en compañía de 15 de sus guardaespaldas de confianza. Una vez dejó las instalaciones del hotel se dirigió en un campero blindado rumbo a Cartago, en busca de una de sus propiedades conocidas como la finca El Vergel. Allí pasó la noche, mientras 45 hombres de los organismos de inteligencia vigilaban todos sus pasos. Sólo el sábado en las horas de la mañana decidió abandonar ese lugar para dirigirse a Zarzal. Lo hizo en compañía de dos de sus hombres de mayor confianza. A las tres de la tarde llegó a la finca La Porcelana donde lo estaban esperando sus tres hijos y su señora. Esa noche en el centro de Zarzal hubo una reunión secreta de los hombres que comandaban los grupos de inteligencia. Después de comunicarse con el coronel Montenegro en Bogotá, llegaron a una conclusión: que la hora cero había llegado y que todo estaba listo para llevar a cabo la captura de Iván Urdinola. Pero el operativo no sólo se iba a centrar en el hombre fuerte del cartel del norte del Valle. Se estableció que simultáneamente se realizarían allanamientos en cinco frentes, que eran las restantes fincas donde se sospechaba que Urdinola mantenía su centro de informaciones. Igualmente los hombres de la Dijin decidieron que la mejor hora para acometer su objetivo era la madrugada, debido al factor sorpresa. Sabían que a esa hora Urdinola y su gente tenían la guardia abajo y así el éxito del operativo estaría garantizado. A las cinco de la mañana los 300 hombres de los organismos de inteligencia penetraron simultáneamente en las fincas El Vergel, La Esmeralda, Milán y La Porcelana, en el edificio Vizcaya, localizado en el municipio de Cartago, y en un parqueadero subterráneo de esta ciudad. Estas propiedades pertenecían a Iván Urdinola, Hernando Gómez y José Octavio Pabón, estos últimos socios de la organización del norte del Valle. A las seis de la mañana el éxito de la Operación Robledo II estaba garantizado. Como resultado se capturaron 80 personas y se inmovilizaron 15 vehículos y 20 motos. Se decomisaron, además, 27 armas y se incautaron 10 antenas, 16 radios de comunicación, 12 pantallas de computador, cuatro microprocesadores, tres impresoras y cinco bases de documentación computarizadas.¿QUIEN ES URDINOLA? Operativos como Robledo II sólo se conocieron en la época en que los organismos de seguridad estuvieron tras la pista de Pablo Escobar Gaviria. Contra él se desarrollaron labores de inteiigencia conocidas como Apocalipsis I y II, donde participaron cerca de 500 hombres del Ejército y de la Policía para lograr su captura. La diferencia entre Robledo II y los demás, es que este último sí dio los resultados esperados por los jefes de los organismos de seguridad. Pero más allá de la espectacularidad del operativo, la pregunta que ha quedado en el aire es quién es exactamente Iván Urdinola.Y los organismos de seguridad del Estado han entregado una primera respuesta al afirmar que Urdinola se habría convertido, a la vuelta de unos meses, en uno de los hombres más duros y poderosos en el tráfico de drogas. A tal punto que la Dijin lo considera tan importante como Gilberto Rodríguez. "Es un hombre con ambiciones. Que lo que se propone lo logra. Y su objetivo era convertirse en el rey de la amapola", dijo a SEMANA un hombre que estuvo vinculado por varios meses a su organización.A diferencia de otras personas sindicadas de narcotraficantes, Iván Urdinola Grajales proviene de una familia de clase media alta del Valle. Muchos lo consideran un burgués, que alcanzó a pisar una universidad, pero muy pronto se convenció de que su oficio estaba en los negocios. Paraél era mas importante rebuscarse la plata que lograr un cartón y convertirse en profesional más, con muy pocas oportunidades de trabajo. Fue así como decidio montar su primer negocio cuando apenas tenía 20 años; un frigorifico en Cartago, que a la vuelta de unos meses se convirtió en un negocio redeondo, pues tenía el monopolio de la distribución de carnes para el norte del Valle. Muy pronto se extendió hacia Cali y luego a Buenaventura. Esa fue una época en que el dinero si bien no era mucho, era seguro. Pero todo cambió cuando en una feria de Cali conoció a los hermanos Rodríguez. Desde un comienzo simpatizaron. Tenían algo en común: ambición. Y Urdinola comprendió que su negocio, si bien era cierto que le daba para vivir cómodamente, no le reportaba lo suficiente para tener una vida más holgada y sin tantas privaciones. Fue por eso que, según las autoridades, se decidió a dar los primeros pasos en el mundo de los negocios del narcotráfico. Pero a pesar de mantener una relación de confianza y amistad con los Rodríguez nunca alcanzó a ocupar un puesto de respeto dentro de la organización que en ese momento se conoció como el cartel de Cali. Sin embargo se mantuvo por varios años al servicio de Gilberto Rodríguez, siendo siempre un hombre fiel y de confianza. A tal punto de que era uno de los pocos invitados a la mesa de negociaciones de la organización de Cali, a pesar de ser un subalterno que poco o nada decidía. Por eso, según los organismos de seguridad, un día decidió -con la bendición de sus jefes- montar toldo aparte. Escogió como frente de operaciones el norte del Valle y muchos de sus negocios los compartió con los Rodríguez. Pero en esa zona del país encontró otro tipo de dificultades. En épocas pasadas, en los años 50, la región fue el epicentro, más que ninguna otra zona del país, de la violencia política entre conservadores y liberales. Y luego llegaron las Farc y el ELN a imponer su mando. Y entre todos sembraron la semilla de la justicia privada y de la ley del talión. Urdinola,un hombre rudo, había sido un anticomunista de tiempo completo y por eso no dudó nunca en enfrentar a los grupos guerrilleros en una cruzada ideológica que no ha tenido tregua. Las autoridades lo relacionan con el asesinato de muchos auxiliadores de la guerrilla, entre ellos el sacerdote Tiberio de Jesús Fernández. Pero no todos los crímenes que han ocurrido en esta región son atribuidos por las autoridades a Iván Urdinola. El enfrentamiento de dos de sus socios, Hernando Gómez y Orlando Henao, por un mal negocio de droga, ha dejado también muchos muertos a la vera del camino. Amigo de sus amigos y enemigo de quienes tratan de obstaculizar su camino, Iván Urdinola ha sido considerado por la gente del norte del Valle como un redentor que ha llevado progreso y desarrollo a lugares como Zarzal, Cartago, Roldanillo, El Cairo y Tuluá, donde ha mantenido su centro de operaciones. Pero a pesar de que tiene el aprecio en las zonas donde opera, es temido y considerado implacable por sus enemigos. Se afirma que cuando 35 de sus guardaespaldas pensaron jugarle sucio en un negocio de drogas, recientemente, decidió acabar con ellos. Según las autoridades, su sentencia fue el paredón y sus cuerpos arrojados al río Cauca para que todos se enteraran de que cuando había que hacer justicia él era el primero en hacerla cumplir. Hasta hace unos años, de acuerdo con las autoridades, su organización sirvió de apoyo en el negocio de cocaína al cartel de Cali para cumplir con sus cuotas en el exterior. Pero en los últimos tiempos Urdinola, un hombre inteligente y ambicioso, pasó de simple subalterno a jefe independiente. Esto lo logró gracias al mercado de la heroína, según fuentes de inteligencia. Se apropió de su comercialización y distribución en el exterior y en menos de dos meses convirtió su organización del norte del Valle en un cartel independiente, pero que seguía manteniendo buenas relaciones con los hermanos Rodríguez Orejuela.Las mismas fuentes aseguran que a medida que su negocio fue prosperando, Urdinola decidió invertir en cuanto negocio legal existía en el país y para ello se valió de allegados. Hoy en día tiene acciones en importantes empresas reconocidas en el país. Es más, se rumora que sus dineros han salvado empresas exportadoras de frutas y vinos, aerolíneas, hoteles, balnearios y un sinnúmero de negocios que estuvieron al borde de la quiebra. Como es un hombre astuto, que aprendió la lección de la narcoguerra que desató el cartel de Medellín, Urdinola ha sabido manejar los hilos de su negocio para no dejar pistas. Por eso hoy las autoridades sólo tienen una prueba para mantenerlo entre rejas. El Tribunal de orden público de Cali ordenó la reapertura de un proceso en su contra por el presunto delito de enriquecimiento ilícito, que se inició cuando en un allanamiento realizado por la Policía en agosto de 1989 en una casa del barrio Ciudad Jardín, se decomisaron bienes inmuebles a su nombre, el origen de los cuales nunca pudo ser explicado. Una acusación muy débil para un hombre a quien la Policía ha señalado como el rey de la amapola. Por eso los organismos de seguridad estaban a la caza de pruebas que permitieran mantener a Urdinola en uno de los patios de seguridad de la cárcel de La Picota. Una luz al final del túnel se vislumbraba al finalizar la semana, cuando la DEA manifestó tener pruebas suficientes para involucrar a Urdinola en el cargamento de siete toneladas de cocaína que cayeron la semana pasada en Miami y en la que fue detenido Harold Ackerman, cuñado de Julio Fabio Urdinola, hermano de Iván y quien fue acusado de ser el "dueño" del cargamento. Pero la relación familiar no es la única prueba que tiene la DEA. Afirman que el envio de las siete toneladas tienen un único dueño: Iván Urdinola. Si las pruebas de la DEA no se concretan, Iván Urdinola tendrá que ser liberado. Las autoridades colombianas no tienen; en este momento, nada de peso contra él para mantenerlo detrás de las rejas.

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