Luis Enrique Calle Serna, alias Comba o Combatiente asoma como el nuevo amo y señor del narcotráfico en el sur occidente colombiano. Desde hace rato se venía hablando de él en el bajo mundo de Valle, Cauca y Nariño, como un sanguinario jefe en ascenso del grupo de Wílber Varela. Ahora, sin embargo cuando, a punta de violencia, ocupa los territorios de los jefes caídos (Hernando Gómez Bustamante, Rasguño y Diego Montoya, extraditados a Estados Unidos; y el mismo Varela, Jabón, asesinado en febrero en Venezuela) se podría decir que se ha posicionado en la cima del negocio ilegal.
A la gesta expansiva de Calle se le atribuyen los dos tiroteos de abril en Pereira, Risaralda que dejaron como saldo tres muertos y cinco heridos. Se cree que el pez gordo a quien buscaban los pistoleros era un hombre con el alias de Barnie.
En los últimos meses además muchos en Cartago, Tuluá, Buga y Cali están sufriendo boleteos y extorsiones, e incluso ha habido allí varios asesinatos. Fuentes de inteligencia policial explican que las víctimas son personas vinculadas a la organización de Varela que se opusieron su asesinato, crimen que se le atribuye a Calle.
En los homicidios recientes perpetrados en Buga y Cali, se cree que cayeron un ex policía cercano a Varela y el encargado de manejar una de las oficinas de cobro del capo, con influencia en Cali y Buenaventura. Ambos crímenes habrían sido ordenados por Comba Calle.
Con dicha acción, el jefe emergente busca afianzar su control del negocio ilícito en ciudades como Buga, San Pedro, Tuluá, Andalucía y Bugalagrande, zonas de marcada influencia de Ramón Quintero Sanclemente, alias Lucas, otro hombre que fue cercano a Varela.
Asegurado ese corredor en el centro del Valle y con la ayuda de Diego Pérez Henao, alias Diego Rastrojo en el norte y el apoyo de Daniel, el Loco Barrera, un gran jefe del narcotráfico colombiano, Comba avanza en su propósito de copar regiones que quedaron acéfalas.
En los centros urbanos de poblaciones como Cartago, Ansermanuevo, El Dovio, Versalles, Zarzal, La Unión, La Victoria, Obando, Toro, El Cairo, El Águila y Argelia, aseguran las autoridades que Calle conserva el control a través de pequeñas bandas criminales dedicadas al sicariato, boleteo y extorsión.
En la zona rural, dicen las fuentes policiales, cuenta con el apoyo del ejército clandestino conocido como Los Rastrojos, hoy con unos 500 hombres, que estuvo al servicio de Varela.
De paso, tanto Comba como Diego Rastrojo podrán dedicarle tiempo a una de sus mayores obsesiones en los últimos meses: La búsqueda de caletas. Precisamente esa ambición fue la causa de un enfrentamiento entre Diego Rastrojo y el otro gran narco de la región, Ramón Quintero, al parecer por una caleta que el primero le habría quitado al segundo. Fue ese episodio el que desencadenó varios hechos violentos en Tulúa y Bogotá, relacionados con torturas en las que a las victimas les quitaban los dedos de sus manos.
La historia de Comba
El reacomodamiento de narcos regionales y las mismas informaciones de inteligencia revelan que las organizaciones mafiosas tienen sus ojos puestos en Nariño y Cauca. No por casualidad, Calle ha montado centros de operaciones no sólo en Valle, Eje Cafetero y Putumayo, sino también en Tumaco, Nariño y en Corinto, Cauca. De hecho, la violencia se ha hecho sentir en ese puerto, donde el número de homicidios está entre los mayores del país: 264.
Comba, nacido hace 32 años en Santa Mónica, Casanare, integró al igual que sus otros dos hermanos, Javier Antonio y Juan Carlos Calle, una oficina de cobro de cuentas de la mafia conocida como ´Mongo´. En 2004 su jefe, Varela, lo nombró jefe de finanzas de la organización y lo delegó para viajar a México y mantener contactos y las rutas para el envío de la droga.
Su poder y mando creció a partir de ese mismo año cuando Varela debió refugiarse en Venezuela, debido a la presión de las autoridades y a los riesgos que corría, tras la guerra en la que se trenzó con su competidor Diego Montoya. Después, como sucede a menudo en esas organizaciones, Calle traicionó a su jefe, y al parecer, fue autor intelectual de su asesinato.
Uno de sus primos, Rafael Uribe Serna, fue quien ultimó a Hélmer Pacho Herrera, jefe del extinto Cartel del Valle. De los tres hermanos Calle Serna, sólo Juan Carlos está preso en Cómbita desde abril de 2006 y actualmente es solicitado en extradición por una corte de los Estados Unidos, tras ser señalado por Deysi Fómeque, madre del confeso narcotraficante Víctor Patiño Fómeque, como autor del descuartizamiento de su otro hijo Luis Alfonso hace dos años en Buga.
Entre 2005 y 2007 las autoridades desarrollaron la Operación V, en la que capturaron a 16 personas entre familiares y amigos cercanos, relacionados con la organización de Calle. Diez de ellos tienen solicitud de extradición.
Su imperio criminal creció y la policía lo puso en la mira. En un operativo reciente en una finca del municipio de Andalucía, se halló una caleta con 63 fusiles AK-47, al parecer traídos de Europa con el objetivo de dotar a bandas en rearme al servicio de Calle.
El exasperante ciclo del narcotráfico parece repetirse: a rey muerto, rey puesto. Y cada jefe que cae muerto o es extraditado es reemplazado rápidamente por uno que viene en fila desde la entraña de la misma organización. Ahora el turno es para Luis Enrique Calle, alias el Comba. Es probable que el suyo, como el de sus antecesores, sea un reinado corto.
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